¡Te voy a salvar la vida!
Por Amelia Quesquén:
Aún recuerdo cuando mamá nos llevó a sacar el DNI de menores, tendría unos 16 años y mi hermano 08, nos hicieron pasar a RENIEC y sentaditos nos indicaron que pongamos nuestras huellas digitales de todos los dedos en unos formatos, para luego pasar a preguntarnos la dirección de la casa, nombre de nuestros padres, y la pregunta más trascendental – que en ese entonces no le tomé importancia – ¿Donarán sus órganos? Rápidamente la mirada de mi hermano se posó en mí, como preguntándome ¿Qué es eso? Y respondí dudando, no, no donaremos.
No voy a justificar diciendo que esa decisión fue por desconocimiento, creo más bien, fue por miedo, pues en ese entonces se propagaba uno de los mitos más frecuentes sobre la donación de órganos, el cual decía que “los médicos no van a tratar de salvar a los donantes de órganos si sufren un accidente”; años después, valorando la labor médica, vi en carne propia que no es así, el personal médico hará hasta lo imposible por salvar tu vida.
Algún tiempo después – porque aquí nadie está a salvo de nada – me tocó ser donante de sangre y plaquetas de un familiar muy querido, el cual logró recuperarse de una operación bastante riesgosa; es en ese contexto que observé como se sufre por conseguir donantes de sangre ¡Si, de sangre! pues a la fecha siguen existiendo mitos sobre las agujas, el que subes de peso, etc. Los cuales doy fe, son totalmente falsos; pero que para muchos son decisivos.
Entonces, tomando ese ejemplo, si solo de sangre es complicando conseguir donantes ¡Imagínense lo difícil que es conseguir donantes de órganos y tejidos!
Para aterrizar un poquito más, vamos a las cifras que nos dice EsSalud, en la cual manifiesta que la donación se mide utilizando la “Tasa de donantes” que es igual al número de personas con muerte cerebral, que han sido donantes por cada millón de habitantes por año.
Para ser más claros, tenemos que nuestro país tiene una de las cifras más bajas de donación de órganos y tejidos en Latinoamérica, según la Oficina de Donación y Trasplante de EsSalud, sólo alcanzamos – según la tasa de donantes que les expliqué – ocho en promedio ¡Si, solo 8 donantes por cada millón de habitantes! ¡Un desastre!
Es ahí, donde surgen las preguntas ¿Qué hace el estado para mejorar esas cifras? Díganme con toda sinceridad, ustedes, que están en toda la onda de las redes sociales y la publicidad, que ven día a día a través de las múltiples plataformas digitales diferentes anuncios ¿Han visto campañas de concientización o sensibilización? Yo, siendo sincera, no.
¿Sabían que se puede donar estando vivos? Si, puedes donar células o tejidos que se van a regenerar, como células sanguíneas para transfusión o para trasplante de médula ósea, sin que ello afecte nuestro estado de salud.
¿Sabías que podemos donar parte o un órgano completo, el cual no se va a regenerar, siempre y cuando se cumplan los requisitos de ley? O de repente ¿Sabías que algunos requisitos para ser donante, son: i) Haber expresado la voluntad de serlo, ii) Que no existan infecciones o neoplasias (células malignas) que puedan transmitirse a los receptores; y, iii) ¿Que los órganos o tejidos a trasplantar funcionen adecuadamente?
Ah, pero eso no es todo, falta una de las más importantes ¿Sabías que la edad no es una limitante para ser donante, siempre que los órganos y tejidos a trasplantar funcionen adecuadamente?
Yo, en particular, no sabía todo esto, hasta antes de investigarlo por mí cuenta; pero tampoco veo el interés de publicitarlo por parte del estado, se me ocurre que podrían realizar campañas de sensibilización y en las que den facilidades – en coordinación con RENIEC – de rectificar la decisión de donar órganos y tejidos en el DNI, sin costo alguno. ¡El estado tiene que buscar maneras de facilitar y sensibilizar! De lo contrario, vamos a seguir con aproximadamente 700 personas fallecidas al año, esperando un donante de órgano; esperando una oportunidad de comenzar nuevamente su vida; esperando volver a ver (trasplante de córnea); a respirar (trasplante de pulmón); a comer (trasplante de hígado); a vivir y a sentir (trasplante de corazón, médula ósea); entre otros miles de casos.
Saben, ya no me quiero hacer la típica pregunta del ¿Por qué somos tan poco solidarios? Solo quiero que tomen conciencia y que sepan que podemos ser el instrumento generador de vida, de una nueva vida; de muchas en realidad, puesto que, después de la muerte podemos seguir vivos, si, y no sólo en el corazón de las personas que nos aman y en sus recuerdos, sino, viviendo en diferentes personas que rogaron por una oportunidad más, y que tú o yo, se la podemos dar. ¡Seamos solidarios! ¡Salvemos vidas! ¡Digamos si, a la donación!