No te perdono, Comizzo
Por: Luis Alberto Gutiérrez
El peruano no tiene memoria y no tiene memoria en lo absoluto, no tiene memoria con ahínco, no tiene memoria con arduas ganas; en cualquier tema del que se hable o se deje de hablar, en cualquier rubro, en cualquier sección, en cualquier momento, en cualquier lugar. La ‘U’, la mitad más uno, el equipo más copero del Perú, vuelve a contratar al argentino Ángel David Comizzo, aquel entrenador que si bien sacó campeón a la crema hace seis años hace cinco abandonó el barco de la forma más ruin y despiadada cual mercenario a su mejor postor, como un miserable. ¿Cuáles fueron sus logros después de eso? ¿México, Argentina, el descenso nuevamente en el Perú? Nosotros cavamos nuestras propias tumbas, futboleros, así que permítanme este pandemonio para calmar mis ansias y rogar, simplemente rogar tragarme mis palabras a fin de año con la número 27 radiante sobre los hombros del rioplatense susodicho en las riberas y confines del Estadio Monumental.
Ya no soy el hincha acérrimo de la ‘U’ que fui alguna vez -quiero dejarlo claro –pero comparto algunas, muchas alegrías con aquel equipo que hace unos años me hacía llorar de emoción; lo acompaño por televisión las veces que puedo y que tengo tiempo y que quiero reunirme con mi papá como pretexto para más que gritar, aplaudir los goles que embocan en los arcos rivales y sufrir un poco cuando al último minuto o empezando el primer tiempo nos encajan un gol por alguna desconcentración o buena jugada contraria, sin embargo quiero y sueño con ver, no sólo con la crema, sino con el fútbol peruano en general, surgir de una forma agresiva, competir los torneos internacionales de igual a igual y no ser un milagro ganar en Brasil, Argentina, Colombia o Chile. Sueño con dejar de ser un llanto.
El retorno de Ángel David Comizzo, un técnico que reaccionó de tal manera a la frustración y que no supo direccionar sus emociones es un retraso al anhelo que sostengo conforme al crecimiento del fútbol nacional, no solamente en lo colectivo sino en lo emocional. Necesitamos líderes, cabezas, jefes de grupo, dentro de lo típico, atípicos para la evolución y revolución de los resultados, los buenos resultados; con el argentino no solamente no tenemos garantía sino que no tenemos verdad, no hay confianza y mucho menos un sostén de credibilidad.
Solamente espero estar equivocado y que a fin de año los resultados opaquen esta columna, que me entierren vivo y que Comizzo se limpie el culo con mis palabras. Solamente espero a fin de año gritar “¡campeón!” y sentirme el más inepto para la síntesis, el más ignorante en cuanto a conocimientos futboleros y el más intrépido de los secuaces. Solamente espero a fin de año, satisfacerme con un título más y llenar mi boca de elogios hacia ti, pero creo que hasta que eso no suceda, no puedo perdonarte la traición, Comizzo, me rehúso a hacerlo. No te perdono, y creo que seguiré sin perdonarte.