No country for poor men

Por: Aquiles Contreras

En un país  donde no hay lugar para los pobres (traducción pretendida por el autor); pasan cosas como un incendio por la deflagración de gas licuado de petróleo de un camión cisterna que produce la muerte de más de 40 personas en el populoso distrito de Villa El Salvador;  antes que el tema central del día a día fuera el COVID-19, la cuarentena y el programa diario del accesitario Vizcarra, veíamos con indignación como las víctimas de este accidente se iban acumulando y no había responsables de ello.

Esto me hace recordar aquel accidente donde murieron 29 jóvenes en la discoteca Utopía (2002), donde los padres de las victimas  iniciaron un periplo judicial para encarcelar a los culpables y, que hasta la fecha, aún no lo han logrado. El caso Utopía, a diferencia de otros accidentes suscitados de manera similar, llego a las primeras planas de los principales pasquines del país, incluso suscito menciones internacionales en noticieros, documentales o programas y no se detuvo en ello, sino que impulso un movimiento ciudadano que demandaba a las autoridades una mayor fiscalización de los locales mediante defensa civil, con el objeto que estos accidentes nunca más volvieran a suceder.

Cabe rememorar que accidentes similares ya habían sucedido antes que el de Utopía, como en una discoteca del distrito de Villa El Salvador produciéndose víctimas fatales; pero nunca logro la atención, ni la preocupación que género el caso Utopía, de hecho más mediático.

En ese sentido, esto siempre me ha hecho pensar, para que un caso llame la atención de la ciudadanía tiene que tener víctimas fatales de cierto extracto social; es decir personas que pertenecen a la clase alta de este país; imaginen si el camión cisterna que sufrió un siniestro producto de un incendio por la deflagración de gas licuado de petróleo hubiera sucedido en el distrito de Miraflores, La Molina o San Isidro, y no en Villa El Salvador, y/o las victimas fatales no hubieran sido humildes ciudadanos de un distrito popular, sino de los distrito en mención; la verdad es que ni el COVID-19, ni otro asunto hubiera detenido la indignación limeña y su exigencia de justicia.

Sin embargo, y aunque nos duela la expresión no country for poor men, esta es un axioma desde donde parte nuestra indignación como sociedad, que revela nuestra hipocresía y saca a la luz como clasificamos y otorgamos valor a la vida de las personas, claro que el título de este artículo es pretensioso, porque en este país siempre habrá un grupo de personas pretensiosas de su lugar sobre otras y, eso debe cambiar.

Finalmente podrá explotar una bomba atómica en tú distrito; pero si tú distrito no es uno que alberga en su seno a las familias catalogadas como “de bien” por el estándar de la clase alta limeña, mala suerte pues con tal: no country for poor men.

 

 

 

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