No censuren mi “columne”

Por: Luis Alberto Gutiérrez

El mundo está al revés. La estupidez abunda y el grado de sensibilidad inunda el pensamiento de una gran mayoría; si no son los dibujos animados con los que crecimos los que son censurados a diestra y siniestra por argumentos inválidos, son películas como Grease las que son tildadas de sexistas y machistas y todes los demás palabres que toman aquellxs que llaman al mundo munda, al cuerpo cuerpa y a mi columna mi columne.

El mundo está al revés y las preguntas abordan sin ser respondidas. ¿Por qué mientras más nos adelantamos más estúpidos nos volvemos?, ¿es acaso la idiotez parte de nuestra civilización?, ¿o es acaso una constante amante de la realidad?

El mundo está al revés y todo está muy sensible, o quizá muy podrido; se le cree a la mujer por el hecho de ser mujer y al hombre por el poder que lleva entre sus manos -o entre sus pelotas -, el mundo está muy sensible y las personas muy cojudas, ¿qué culpa ostenta el buen Pepe Le Pew?, ¿es él en realidad un “desfasado acosador” y el encargado de fomentar la violación en el mundo? ¿o será quizá ahora El Chavo del 8 el fundador de banalizar lo mundano dentro de su barril?, ¿o después quizá Johnny Bravo el bravo que perpetúe la tranquilidad sexual o hasta al ratón Speedy Gonzales el que quiera penetrar rapidito algún huequito y no precisamente el de su hogar? Hágame el favor su señoría Mata tiru tiru la.

“Normalizaron la cultura de violación” sollozó Charles McRay Blow, un soltero maduro, un periodista buena gente, -¡libertinaje, libertinaje! -buena onda, americano, columnista de opinión para The New York Times, divorciado él, tres hijos a la cuenta y cincuenta años encima, casi en un llanto, en un grito de liberación cual William Wallace antes de ser decapitado, defendiendo hidalgamente como un tipo de Robin Hood gringo a su pueblo del sexismo, autoritarismo y todas esas bolindrangas que acaban es “ismo” que se han venido creando para hacer de nuestro mundo uno más cobarde y al mismo tiempo con penosas índoles de cristal.

Ay, Charly. Charly, Charly. Tu hipótesis apesta más que un zorrillo. Poco más que Pepe Le Pew.

Nos volvemos más sensibles por personas como Charly y el mundo nos devuelve una sonrisa. Nos volvemos más sensibles por personas como Charly y el mundo nos escupe en la cara. Nos volvemos más sensibles por personas como las que siguen a Charly y somos tan escasos que seguimos creyendo que cancelar un dibujo animado representa bajar los índices de violación en el mundo.

Sé que hay cosas más importantes qué debatir, pero no me jodan. Estoy muy molesto por dos sencillas razones: la primera es que a mí sí me gustaba Pepe Le Pew, y la segunda más sencilla aún, es que Pepe es el nombre de mi papá.

Gracias, hasta el próximo lunes.

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