Le nueve estupidez de madeimoselle Mayre le Coute

Por: Luis Alberto Gutiérrez

Mayra Couto no es francesa, tiene la lengua cojuda nada más. Piensa que es chévere, o que la hace chévere, deformar el español a causa de sus buenas intenciones, porque, para ser sincero, pelear por la igualdad es digno de admirar, Mayrita, tú mala no eres, pero cuando la pelea se convierte en un cabe repetitivo, torpe y sin esmero, lo chévere se vuelve aburridón, predecible, escaso.

No. No soy machista, pero me chupa un huevo la idiotez. Me exalta la brutalidad, me desespera la tontera. Hace no mucho escribí sobre el caso Daniella Pflucker, y mi posición fue la opuesta, mi respuesta fue no. Un no rotundo. No le creí, -grave error, amigues, ¡no creerle a una mujer por el hecho de ser mujer! -luego de aquella nefasta columnilla, un séquito, un aquelarre de princesitas empoderadas con la fuerza tremenda de sus deditos que tecleaban sin cesar insultaron a este humilde servidor a diestra y siniestra tratando de meterle miedo, cuando lo único que le metieron, darlings, fueron ganas, como el culo, de seguir escribiendo.

Pero regresemos con Mayrita Araceli Echevarría Couto, la chicx del lenguaje inclusivo. Aguarden, ¿Couto no es su primer apellido?, ¿o será que es tan feminista que usa el apellido de su madre adelante porque piensa que las mujeres siempre deben ir arriba? Bien pensado. Sigamos. Mayra es una chica linda e inteligente, ¿quién pondría en duda eso? – no van a insultarme ahora por lo de linda, ¿o sí? -No por algo ganó setenta y cinco mil soles en un gran concurso con un pobre título -“Mi cuerpa, mis reglas” -y aquí es donde me detengo por segunda vez: la igualdad es lo primordial en el mundo, Mayrita, el Perú es un país machista, jodido, “opresor”, para hablar en tu idioma, pero la sensibilidad está a flor de piel, no me jodan, que si no es “El negro Mama” es “La paisana Jacinta”, que uno denigra, que la otra cholea. Que una se burla, que el otro negrea.

La carcajada de Mario Vargas Llosa ante la pregunta de Jorge Ramos, mexicano él, periodista él, simboliza la aberración y hasta la burla, como él mismo describe, de este “lenguaje” por así llamarlo, que no tiene ni pies ni cabeza -aunque menos cabeza que pies, para serles sincero -, ni argumentos ni fundamentos. Existe un fondo, sí: la ansiada igualdad, pero se deforma como el español, en una ideología vaga, irrisoria, divertida.

Para mala suerte de Mayra y de los borreguitos y borreguitas que la siguen como cieguitos y cieguitas y que solo saben ofenderse cuando un “no, cuñadita, yo no pienso así” brota de la garganta, su “ideota” está muy lejos de ser aprobada por cualquier ente superior y lingüista, así que le siente, señorites, les niñes nenque pedrén llemerse esé.

Pero no. No puedo terminar mi columna no señalando, quizá, al hombre que inició todo, al sujeto dadivoso que le regaló esta iniciativa a Mayra sin fines de lucro, el principal culpable de toda esta jocosa situación, de la nueva moda de hablar con la “e”; no puedo terminar esta columna sin culpar al hacedor de esta pose, de esta nueva cojudez de la lengua Coutense, no puedo terminar mi columna sin nombrar al único, al señor: Le Tongué.

Maldita sea, José Abelardo, creador y fundador del lenguaje inclusivo. Basta ya de buenas ideas. Tú sigue creando tu musiquita, que calladito te ves más bonito.

 

 

 

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