Las “terrazas” de Alfredo Benavides

Por: Wilfredo Pérez Ruiz (*)

El 3 de marzo el tradicional Club Tennis Las Terrazas Miraflores (Lima, Perú) cumplirá 101 años de su creación. Una ocasión pertinente para recordar la loable trayectoria ciudadana de su más emblemático gestor: Alfredo Benavides Diez Canseco (1881 – 1967), hijo de Alfredo Benavides Cornejo y María Diez Canseco Coloma.

Por línea materna descendía del oficial militar Fermín Diez Canseco Coloma, uno de los héroes del monitor Huáscar, recordado por su acción en el combate de Antofagasta -24 de agosto de 1879-, durante la Guerra del Pacífico, al desviar con su cuerpo un torpedo dirigido hacia esta embarcación.

Su hermana Francisca se casó con Oscar R. Benavides Larrea (1876 – 1945), quien sería designado presidente provisional para suceder a Luis M. Sánchez Cerro (1889 – 1933), al ser asesinado a la salida del Hipódromo de Santa Beatriz. Benavides había destituido en 1914 a Guillermo Billinghurst Angulo (1851 – 1915) y fue mandatario interino hasta el año siguiente.

Contrajo nupcias con Carmen Barreda Bolívar y tuvo cinco descendientes: Alfredo, Felipe Carmen, Teresa e Isabel. Su esposa se educó en el Conservatorio de Música de París (Francia) y practicaba tenis, golf y equitación. Por razones de parentesco estuvo vinculada con José Pardo y Barreda, dos veces presidente constitucional del Perú -a principios del siglo XX- e hijo de Manuel Pardo y Lavalle, fundador del Partido Civil y primer jefe de Estado civil del país (1872).

Toda su familia tenía una intensa afición deportiva. Alfredo era campeón de boga y esgrima, deportes que compartía con su amigo Miguel Boza Larraín durante su estadía en Francia. Carmen, Teresa e Isabel ejercitaban el tennis, de la que esta última Isabel llegó a ser campeona nacional. Felipe era entusiasmado por la natación (100 metros), el tiro al blanco (fusil de guerra) y fue subcampeón de tennis. Sobresalió como esgrimista y condujo autos de carrera, con los príncipes Felipe de Inglaterra y Bernardo de Holanda, cuando residía en Europa.

Su hermano era el afamado arquitecto Augusto Benavides Diez Canseco, quien erigió la urbanización Garcilaso de la Vega, diseñó el Club Los Cóndores de Chaclacayo, levantó en Miraflores inmuebles modernos y proyectó la construcción de la avenida Leguía que, a partir de la década de 1930, pasaría a llamarse Arequipa por disposición de Luis M. Sánchez Cerro. Se caracterizó por un género andino próximo al neocolonial; hizo síntesis arquitectónicas, libres e imaginativas. Testimonio de su estilo es la casa llamada “La Tapada” y, además, se desempeñó como alcalde de Lima (1946).

Ingresó al servicio diplomático como agregado a la legación de los Estados Unidos (1905). Trabajó en diversos consulados europeos (Amberes, Le Havre, Burdeos y Bremen) y pasó a laborar en el Ministerio de Relaciones Exteriores en varias jefaturas de sección. De 1931 a 1933 ejerció como ministro de Marina y Aviación. En 1935 es nombrado embajador en Gran Bretaña y en Canadá (1944).

En 1893, figura entre los más renombrados deportistas nacionales. El primer triunfo internacional de football peruano lo ganó el equipo capitaneado por él, el 29 de julio de 1899, contra una agrupación inglesa. Al mismo tiempo, era asiduo practicante de boga, cricket, equitación, esgrima, football, golf, tennis y yachting a vela.

Inspirado en el Club de Montecarlo (Mónaco), consiguió una concesión en la “Bajada de los Baños” para el Club Tennis Las Terrazas Miraflores, lo que ocasionó en sus inicios incomprensiones colectivas. Tuvo el mérito de convertir un basural público es un bello y acogedor escenario. “Pues decían que el tennis se jugaba en forma horizontal y no en una bajada. Nunca pensaron en las terrazas”, me refirió su hijo Felipe.

Acompañado de Salvador Gutiérrez, Julio y Jorge Avendaño, Paul Truel, Teodoro Elmore Letts, René Dubriel, Tomás D’Ornellas, José Besada, Luis Felipe Barreda, Roberts y Víctor Clemens, Víctor Barreda, Luis de Lucio H. Grelland, Arturo Osores Gálvez y Jorge Lañas, en la Municipalidad de Miraflores, suscribieron su acta de establecimiento el 3 de marzo de 1918. Fue su primer presidente.

Quiero compartir una interesante anécdota de la afinidad de sus ancestros con esta comuna: la conocida calle Los Pinos logró ser una realidad gracias a la donación de un terreno de propiedad de Alfredo Benavides Coloma que albergaba hermosos pinos. En su consideración se puso su nombre a esta céntrica avenida en la que está ubicado el edificio “Alfredo Benavides”, en el que habitó Alfredo Benavides Diez Canseco hasta su muerte.

De acuerdo a lo expuesto por Jorge Bailey Lembcke, en su libro “Recuerdos de un diplomático peruano” (1959), Miraflores es un distrito que “…giraba sosegada y tranquila alrededor de la Alameda, de la Plaza, del Malecón Balta y de los baños, a los que acudía durante el verano el jefe de Estado como cualquier otro vecino del lugar, y la ciudad terminaba en la calle de los Pinos. Pero ya se tenía iniciada la avenida que debía unirla con Barranco y a la que se había dado el nombre de ‘Avenida de la Reserva’, en homenaje a los muertos gloriosamente de ese cuerpo en los ensangrentados campos y reductos de Miraflores, y abierta hasta el mar la ‘Avenida Pardo’, paraíso, por sus tinieblas, de enamorados emprendedores”.

Alfredo Benavides Diez Canseco exhibió incesantes aportes institucionales. Formó la Federación Atlética y Deportiva del Perú (1918) de la que llegó a ser su primer presidente. Según comentó Felipe Benavides Barreda -gestor, fundador y expresidente del Patronato del Parque de Las Leyendas- en su artículo “Pioneros del deporte peruano” (1988): “…Esta entidad, más tarde, se convirtió en el organismo oficial por una resolución suprema de fecha 20 de marzo de 1920. Luego, en el Comité Nacional de Deportes, hoy en día, el Instituto Peruano del Deporte. Aquel mismo año, gestionó una resolución suprema que concedía a la federación un terreno en Santa Beatriz, para un Estadio Nacional, la primera versión del José Díaz. Las colonias británica y japonesa colaboraron en su construcción”. En 1920 es elegido director y, posteriormente, presidente del Jockey Club del Perú (1930) y primer presidente del Casino Náutico Ancón (1942). En 1950 formó el Yacht Club Ancón.

Su entrega es amplia y fecunda. Durante su visita al Perú, el conde Henri de Baillet-Latour -enviado personal del promotor de los Juegos Olímpicos Modernos, el barón Pierre de Coubertin- le solicitó integrar el Comité Olímpico Internacional. En las olimpiadas de París (1924) recibió poderes especiales para constituir el Comité Olímpico Peruano.

Es nombrado miembro honorario del Comité Olímpico Internacional en 1957. A su fallecimiento, su titular expresó a sus herederos: “…Alfredo Benavides era uno de los más destacados líderes del deporte latinoamericano, miembro de la familia olímpica. Desde casi 50 años sirvió a la verdadera causa olímpica, con distinción hasta su muerte; una persona sumamente democrática”.

Su dilatada pasión por la numismática no estuvo ajena a sus innumerables realizaciones. Fue presidente fundador de la Sociedad Numismática del Perú (1951) y afiliado honorario de la American Numismatic Society -la más importante del mundo- en 1949. Por su indeclinable empeño patriótico el gobierno le impuso la Orden “El Sol de Perú”, en el grado de Gran Cruz. Justa recompensa para un hombre comprometido con su nación y de cabal vocación peruanista.

El afamado atleta Luis Gálvez Chipoco le anotó estas palabras en su obra “Atletismo”: “Al gran impulsor del deporte amateur peruano Sr. Dr. Alfredo Benavides Diez Canseco como modesto homenaje con el XXX aniversario de su gran obra”. Un tributo a su indeclinable, honesta y vasta dedicación que, en un medio desmemoriado, desapegado y apático, es conveniente evocar. Su huella debe ser referente para forjar una sociedad con sentido de pertenencia, identificación humanista y servicio al bien común.

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