La violencia conyugal hacia la mujer en el Perú
Por Janet Castro:
La violencia contra la mujer en el ámbito familiar y en las relaciones de pareja es un fenómeno cuyo reconocimiento, como problema social de graves implicancias en el entorno familiar y social. Aun cuando existe legislación respecto a las relaciones de pareja desde hace más de cien años, en nuestro país, la penalización de la violencia física es un asunto que se incorpora tardíamente, mientras que la violencia psicológica es un tema aún difícil de ser reconocido y tratado. Dando una mirada al pasado recordaremos, recién a partir de la década del ochenta que el tema de la violencia contra la mujer en el contexto familiar, se incorpora en la agenda de las políticas sociales en el país y deja de ser un tema privado, pasando a ser reconocido como una responsabilidad del Estado hoy en día se considera la violencia hacia la mujer como un problema de salud pública y mental y la equipara a los problemas del alcoholismo, fármaco, dependencia y trastornos psiquiátricos, estableciendo que su atención es responsabilidad primaria del Estado. Este nuevo marco social de protección a los miembros de la familia, afectados por sufrir violencia dentro de ella, ha favorecido la visibilidad de este fenómeno a través de la denuncia y la toma de conciencia social. Paralelo a este reconocimiento social, en los últimos años se ha incrementado el estudio sobre la violencia desde la perspectiva de las ciencias sociales. De manera particular, la psicología ha desarrollado modelos explicativos acerca de la violencia en las relaciones familiares, interesándose por analizar este fenómeno a partir de la observación y las demandas de ayuda de las víctimas, a las cuales orienta para enfrentar las situaciones de sufrimiento que se generan. Asimismo, las investigaciones sociológicas sobre las relaciones de género y de poder, advierten acerca de las repercusiones, no sólo para la salud emocional de sus miembros, sino también para el desarrollo social y las posibilidades de desarrollo productivo de los ciudadanos.
En nuestro país no existen con certeza los estudios acerca de los factores asociados a la violencia contra la mujer. La mayor parte de las investigaciones y estudios nacionales, como el de la ruta crítica que siguen las mujeres afectadas por la violencia intrafamiliar, han descrito el proceso relacional vivido por las mujeres víctimas de violencia por parte de sus cónyuges, delineando algunas posibles variables asociadas, sin embargo éste no ha sido el principal tema.
Es importante destacar que la ausencia de investigaciones acerca de los factores asociados a la violencia conyugal en el Perú deja un vacío especulativo que refuerza la difusión de mitos sociales acerca de las condiciones que explican la violencia conyugal hacia las mujeres. Los mensajes de comunicación social, al sintetizar su análisis y comentar acerca de algún lamentable hecho en agravio de la salud física o la vida de las mujeres, suelen referirse a la difícil situación económica como la responsable de la incidencia de éstos hechos. Otra explicación frecuente es la presencia de problemas mentales del esposo. En este caso, como en el primero, queda de lado una serie de otros factores o aspectos, omisiones que diluyen la responsabilidad de los actores implicados en estos hechos.
La evaluación de la violencia hacia la mujer y los niños
El fenómeno de la violencia en el contexto familiar, y más aún en la pareja, es difícil de estimar. Y es que, a pesar de la alta frecuencia con que ocurre en la realidad, los estudios realizados en América Latina reconocen que existe un importante subregistro, que dificulta establecer su prevalencia, debido a que tradicionalmente es considerado como un asunto privado y vergonzoso. Por ello, su evaluación se torna compleja, tanto por la resistencia de la pareja para brindar esta información, como por la dificultad de los investigadores para diseñar indicadores y una metodología que facilite recoger datos confiables para caracterizar a los sistemas familiares y conyugales productores de Violencia, así como los factores asociados a ella. El análisis de la dinámica familiar permite identificar y analizar una gama de tipologías de la violencia, de sus actores y de los comportamientos frente a ella, así como variantes en la intensidad, frecuencia y dinámica de relaciones. Sin embargo, el rango de la evaluación de la violencia familiar se reduce frecuentemente a estimar el número de mujeres golpeadas por sus maridos que se atreven a reconocer el hecho frente a un tercero. Este reporte constituye un dato bastante sesgado para la evaluación de la problemática de violencia familiar en la población, no sólo porque no aparece un gran número de casos, sino porque en los casos registrados, sólo se analiza un fragmento de la dinámica de violencia familiar referido a la violencia contra la mujer. Ello dificulta la comprensión de las interacciones que devienen en violentas. Más aún, con frecuencia se citan datos que provienen de la estadística de atención de los servicios de apoyo a la mujer (comisaría de mujeres, módulos para la atención de casos de violencia y centros de conciliación) y con esta información se hace mención a la prevalencia del fenómeno en la población. Ésta es, sin duda, una fuente de información limitada y poco confiable para evaluar el crecimiento o decrecimiento de la violencia en el tiempo. La existencia de violencia conyugal y la demanda de ayuda son situaciones que deben evaluarse y analizarse de manera independiente, pues el incremento del número de consultas en los servicios de atención no significa necesariamente un incremento de violencia familiar, sino probablemente una mayor confianza en la ayuda externa para superar este problema.
Sin embargo se puede plantear recomendaciones que servirán de ayuda en la reducción de violencias con relación a las políticas sociales, de salud pública y educación:
El problema de la violencia hacia la mujer en el contexto doméstico, entendido como un problema social, no puede recibir una adecuada respuesta si no existe una integración de recursos que estén facilitados por la formulación de una política global en torno al tema que contemple simultáneamente acciones en
los niveles legislativo, judicial, policial, de salud, de educación, de seguridad social, de empleo, etc. En el marco de una política global como la descrita, resulta posible pensar una serie de acciones e intervenciones dirigidas a diferentes niveles, en los cuales es indispensable la coordinación intersectorial de las políticas, objetivos y servicios de los sectores de Justicia, Salud, Educación y Mujer y Desarrollo Humano. La concertación intersectorial requiere de una concepción y comprensión amplia del fenómeno de la violencia conyugal y de los aspectos principales asociados a ellas, que permita diseñar planes y programas de intervención y prevención.
Particular importancia en el trabajo intersectorial tiene la incorporación de todos los tipos de violencia conyugal y familiar que incluyen el reconocimiento de la violencia psicológica y su incorporación en materia preventiva, ya que su carácter no visible dificulta su identificación y tratamiento oportuno.
A partir del trabajo intersectorial, es posible establecer y mantener actualizado un sistema de información para la toma de decisiones, que provea información a los sectores público y privado sobre las causas, características, riesgos, consecuencias y frecuencia de la violencia hacia la mujer en sus distintas manifestaciones y en los diferentes ámbitos en los que opera. En este sentido, podría diseñarse un sistema de indicadores que permita monitorear el seguimiento de casos y la evolución del proceso conyugal después de la intervención, siendo posible, de esta manera, evaluar la eficacia de los servicios y de las políticas públicas aplicadas para prevenir y enfrentar el fenómeno.
Es necesario ensanchar la comprensión en todo el territorio peruano acerca del fenómeno de la violencia conyugal que victimiza a la mujer, dificultando que mujeres y varones puedan llegar a las causas que los acercan a ejercer y permitir la violencia en la relación de pareja, evaluándose los múltiples aspectos que se asocian a ella en cada situación particular. Ello supone que no solo es el roll del estado como agente de prevención, sino es tarea de colaboración de organizaciones y la ciudadanía, en diseñar y desarrollar programas con mensajes para hombres y para mujeres que cuestionen los estereotipos y mitos acerca de las relaciones entre géneros y patrones de poder.
En el ámbito de la prevención es necesario dar mayor difusión de la ley de protección contra la violencia familiar y que junto a ello se diseñe una estrategia de comunicación social que se oriente a trabajar sobre los siguientes objetivos:
- Develar los mitos y estereotipos culturales que sirven de basamento a la violencia de género, que promueven falsas expectativas de pareja, y aprueban el uso de la fuerza como estrategia para enfrentar los conflictos, desilusiones y desacuerdos en la vida de pareja.
- Concientizar a la comunidad acerca de la violencia familiar y conyugal, entendida como un problema social que afecta seriamente a la pareja y su entorno.
- Utilizar los medios masivos de comunicación para informar y desmitificar los estereotipos acerca del problema, con información pertinente y reflexiva.
- Proporcionar modelos alternativos de funcionamiento de pareja más equitativos y menos competitivos y autoritarios.
- Promover la creación de una red de recursos comunitarios para proveer apoyo emocional y contención a las víctimas de la violencia, y que las orienten en sus derechos.
- Reforzar los mensajes que refuercen la autoestima y el desarrollo personal de los adolescentes y jóvenes que asisten a la secundaria, concordando los contenidos a incorporar en el sistema de educación formal.
- Desarrollar programas de prevención dirigidos a niños y niñas de distintas edades, con el fin de que se identifiquen las distintas formas de abuso, y aprendan formas alternativas de resolución de conflictos.
- Fomentar y fortalecer los grupos de autoayuda de hombres y de mujeresque promuevan la reflexión acerca de su situación y la responsabilidad social que le corresponde asumir a cada individuo. De otro lado, es necesario promover y reforzar la organización y el trabajo de las redes de instituciones interesadas en contribuir a la prevención de esta problemática, a fin de aunar recursos y trabajar de manera sinérgica como estrategia para contrarrestar gran cantidad de mensajes promovidos por los medios de comunicación comercial.