La estrella que no se apaga

Por: Ursula Chamochumbi

El Partido Aprista Peruano tiene una larga historia de persecución política. Para el partido de la estrella no es novedad el ser vilipendiado, proscrito, declarado ilegal, etc. y es que el tener una doctrina verdaderamente social, lejos del comunismo empobrecedor, de las fuerzas autocráticas y de la corrupta oligarquía, no es algo que guste a muchos de los que están acostumbrados a vivir del Estado y a aprovecharse de él.

Esto es lo primero que debemos entender cuando nos preguntamos (porque es necesario hacernos preguntas y no creer a pie juntillas en lo que algunos nos cuentan), el por qué una organización política es tan atacada, tan acusada y tan señalada como lo es el APRA. ¿Será cierto que está lleno de corruptos? ¿Será cierto que es una organización criminal? Debemos tener mucho cuidado con los adjetivos porque estamos hablando de un partido con casi un cuarto de millón de militantes, es mucha gente a la que se insulta fácilmente. Pero regresando a las razones por las que se ataca tanto al APRA, no es tan difícil deducir que cuando unos pocos ostentan el poder total en un país, es más fácil manipular la información, la justicia, las leyes y todo cuanto favorezca al régimen. Ya ha ocurrido antes y el partido demostró que quienes lo atacaban, resultaron ser los corruptos.

Hace unos meses vimos con dolor cómo un Ministerio Público carente de objetividad, pruebas y eficiencia, motivó -por supuesto con ayuda de políticos, medios de comunicación y periodistas indignos de llamarse personas de bien- la muerte de uno de los políticos más emblemáticos de Latinoamérica y sin duda, uno de los mejores del Perú, Alan García Pérez. A él se le acusó durante más de 30 años, de robos y otros delitos que no podían probarse y que sin embargo quedaron en el imaginario de la gente, porque por supuesto muchos no están acostumbrados a hacerse preguntas, solo reciben y creen lo que les dan.

Pero si pensábamos que los bellacos ya habían completado su cuota de sangre y maldad, estábamos equivocados, cada vez quedan menos dudas de que ellos no van solo por una persona; van por un legado, por un partido, por la historia. Es así que ahora, no contentos con lo sucedido al padre, al esposo, al hijo, al líder, al maestro, también parecen querer perpetuar en la familia da sangre y en la partidaria; el dolor, la vana persecución y el ataque desmedido de gente que ha hecho de la canallada su modo de vida.

Los últimos allanamientos a propiedades de personas cercanas a Alan García y al APRA -a pesar de que anteriormente se hubiera demostrado la licitud de su procedencia- comprueban una vez más, el ensañamiento con un partido que muchas veces han intentado hacer desaparecer; pero hasta hoy no han podido. Ya deberían haber entendido estos enemigos del pueblo, que la fuerza de los Apristas viene de sus convicciones, de su amor por el Perú y eso es muy difícil de matar.

 

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