La deuda pendiente de la juventud peruana
Por Aquiles Contreras:
El 14 de setiembre de 2018 se cumplieron 18 años de la difusión del primer “Vladivideo” iniciándose la caída del Fujimorismo y poniendo al descubierto la estructura de corrupción del régimen.
El Perú de los noventa era un país profundamente marcado por la inflación, la pobreza, el desorden y hacinado por el terrorismo. El Fujimorismo tuvo aciertos sustanciales para el Perú, como su gestión por estabilizar la economía, produciéndose con ello, la reducción de la inflación y la reinserción del Perú en los organismos financieros internacionales, la solución al problema limítrofe con Ecuador y la derrota del terrorismo.
Sin embargo, el Fujimorismo también tuvo marcados errores, fue un régimen autoritario, quebró la democracia, erosionó las instituciones y a los medios de comunicación, disolvió el Congreso (1992), vulneró los Derechos Humanos y persiguió a los opositores políticos, como al ex presidente Alan Garcia.
No cabría en estas líneas, detallar la red de corrupción que se ejercía durante los años más álgidos del Fujimorismo, no obstante, el gran pecado de éste fue robarnos la oportunidad de respondernos la gran pregunta, que pudo marcar a una generación hacia el camino de la verdadera reconciliación y la unidad nacional: ¿los peruanos podríamos haber salido de esa crisis en democracia?
De haberlo hecho así, hubiéramos demostrado al mundo que a pesar de nuestro sufrimiento los peruanos sabemos erguirnos dignamente, firmes, honestos y en la práctica de las virtudes, esas que forman el carácter y a los hombres que necesita su nación. El Fujimorismo nos robó la oportunidad.
En la actualidad, los peruanos estamos polarizados por la política de aquellos que se autoproclaman la reserva moral del país y fueron los que tomaron las riendas con la caída del Fujimorismo, y que tristemente han demostrado que la corrupción establecida durante el mandato de Alberto Fujimori tan solo ha cambiado de mando a los llamados “caviares”, compuesto por un grupo de seudo intelectuales, quienes desde sus torres de marfil quieren imponer su voluntad y aquellos se atrevan a contradecirlos son calificados de corruptos, imbéciles y fascistas.
Los caviares han inoculado en la juventud una pútrida política fundada en el odio, la venganza y la irracionalidad, dando como resultado una política del “anti”; antifujimorista; antiapristas; antitodo… política sin fundamento, sin propuesta, sin miras al futuro y por ello descorazonada y sin esperanza.
Si antes el Fujimorismo nos robó la respuesta a la gran pregunta, hoy los “caviares” herederos del Fujimorismo, le están robando a esta juventud la oportunidad de probarse, en palabras dichas por Haya de la Torre, sí es posible salvar nuestra patria por un camino de auténtica renovación moral en el más elevado y constructivo sentido del concepto.
Si la política es el arte de buscar lo posible, necesitamos la destreza de convencernos y llegar a acuerdos por objetivos comunes, reconociendo con humildad que en todos hay algo de verdad y que esta no pertenece a un grupo autoproclamado la reserva moral del país que son de una sola corriente de pensamiento: “estás conmigo o en mi contra”.