La clase política del Perú: ¿Optimismo u oportunismo?
Por: Edwin Zelada
La importancia de los partidos políticos, hoy por hoy, para todos los pueblos del mundo, resulta ser imprescindible, indispensable, indefectible y todos los sinónimos habidos y por haber y esto se sustenta al ver a los países que tienen un cierto grado de desarrollo como nación y si analizamos su clase política, nos encontramos con que es concordante y empática con el pueblo. Si juntara mi experiencia laboral en el estado peruano y mi experiencia docente a nivel superior, enseñando el curso de Administración Publica, seguramente sobrepaso la década, por lo que considero que tengo un cierto grado de autoridad, para hablar sobre este tema, pero basta de preámbulos, el punto de esta remembranza, es que resulta preocupante, el creciente desinterés que hay con este tema y más aún, el que todos los actores desconozcan – o no quieran conocer tampoco – el concepto de Partido Político.
No necesito recurrir a los libros para plasmar el concepto y esto no es soberbia, es simplemente que no quiero irme sólo por la parte académica o por mi expertise, sino basarme en lo más simplista posible: “Un partido político es aquella organización que en todo momento debe coordinar con el pueblo (muy de cerca), para captar sus demandas, procesar todas ellas y preparar un plan de gobierno, que permita, al llegar al poder (siempre por la vía democrática), intentar hacer la mejor gestión”, en tal sentido la primera pregunta de este manuscrito electrónico sería la siguiente: ¿Eso hacen nuestros partidos políticos hoy en el Perú?, desde luego la respuesta es un rotundo NO, pero sigamos analizando; Así mismo dentro de la definición antes mencionada, se considera implícitamente un componente de aptitudes necesarias para llevar a cabo esta gestión, es decir para que la gestión de un “partido político” sea buena (o intente serla), sus actores deben ser gente preparada y no me refiero a estudios generales solamente, sino principalmente estudios específicos en ciencias sociales (deseable) y/o conocimiento de la gestión estatal y al analizar esto último, de inmediato aparece el fantasma del empirismo en nuestra recordación, pero el problema es que el fantasma cada vez cuenta con mayor cuerpo, cada vez es más sólido y lo preocupante es que pareciera que a nadie parece importarle.
Seguidamente no puedo dejar de mencionar problemas que inclusive ya son conocidos, como el trasfuguismo, la falta de ideología – esto último imprescindible – y la falta de vocación de servicio, todos absolutamente profundos y sin una aparente solución a la vista en todo su espectro y sigo sin entender el por qué la gran mayoría de peruanos, preferimos mantenernos al margen. Sólo en el siglo XXI y mientras muchos hemos estado preparándonos para el bicentenario, han aparecido muchos “partidos políticos” y estos no duraron ni siquiera un lustro, pero tampoco nadie dice nada.
Queda claro con todo lo mencionado que el oportunismo está cobrando cada vez más fuerza, necesitamos urgentemente, tener muy presente, el análisis exhaustivo sobre qué país le vamos a dejar a nuestra descendencia y lo más importante, luchar para no apagar la última luz que nos queda: El Optimismo, pero que sea un optimismo con base, con cuestiones que beneficien a todos, no basta solamente con buenas intenciones – si es que realmente las son – necesitamos crear escuelas políticas en el nivel primario y secundario, pero no le tiremos toda la responsabilidad al Estado, organicemos en nuestro barrio actividades políticas, optemos por una verdadera capacitación, para que cuando aparezcan los atisbos de adoctrinamiento (como en el pasado), estos NO encuentren terreno fértil, sino por el contrario que pueda ser expulsado y para ello no necesitamos violencia, sino basado en mi humilde experiencia, necesitamos solo defendernos con la espada del saber.