El silencio de los olvidados
Por: Alexis Meléndez
Silencio y olvido me conecta inmediatamente con aquella población olvidada y con la cual, de alguna forma, llevo años vinculado, tratando de acercarme a su realidad, de entender su problemática, sus expectativas y sus diversas carencias, ellos prácticamente viven en “otro mundo”, a ellos les toco formar parte de las familias con escasos recursos, sin acceso a los servicios básicos como el agua potable, la luz y la vivienda digna, entre otros derechos; ellos pertenecen a ese sector desposeído de la sociedad y realmente la pasan mal, no sólo porque corren el riesgo latente de contagiarse por el COVID19, además forman parte de aquel 70% de trabajadores informales, que por las necesarias restricciones del aislamiento social, no pueden trabajar para generar ingresos y por lo tanto se agudiza su precaria situación económica.
Escribo pensando en ellos, en los dirigentes sacrificados que hacen esfuerzos para conseguir ayuda para su comunidad porque a pesar de no tener nada, tampoco tienen el apoyo del Estado a través de un bono; pienso en las madres de los comedores populares, que en el Perú son alrededor de 5,567, además de los vasos de leche; pienso en los mototaxistas, pienso en sus hijos, con quienes tengo muchos recuerdos, pienso en la preocupación que día a día acompaña a cada familia, los comprendo y trato de ayudar, de gestionar un apoyo, pero siento que el esfuerzo parece nada e insuficiente.
Ante esta adversa circunstancia surgen diversas reflexiones y cuestionamientos que se nutren cada vez que escuchamos las confusas declaraciones gubernamentales, que a veces parecieran no tener sentido, como la llegada de la famosa “meseta larga” que en la práctica no existe o decisiones que terminan beneficiando sólo a algunos privilegiados; casos escandalosos, como la que se promovió desde el Ministerio de Cultura con el pintoresco personaje Richar Swing, quien cobraba miles de soles por dictar, en plena pandemia, una conferencia de motivación en modalidad virtual. En realidad, no es difícil identificar como ciertas autoridades políticas y hasta empresarios, como los dueños de las clínicas o de las cadenas farmacéuticas, buscan aprovecharse de la situación, ya sea con el padrinazgo político o el lucro usurero, a río revuelto, ganancia de pescadores.
¿Qué sigue? Por un lado, pero sin expectativa, esperar que el Gobierno impulse un gobierno de unidad nacional para luchar contra el virus, donde todas las fuerzas sociales, políticas y religiosas se involucren, aunque por la actitud del ingeniero Vizcarra ello parece bastante lejano. Por otro lado, la población, es decir cada uno de nosotros debe cumplir con su deber, ya sea en sus hogares o trabajando, donde la circunstancia lo coloque, pero siempre con responsabilidad, a estas alturas todo depende de nosotros.