El protagonismo: El peor enemigo de las redes juveniles.
Por Marco Ramirez:
La suerte de haberme involucrado en el activismo juvenil desde los 16 años (hace 10 años) me ha permitido vivir de cerca una serie de contextos políticos y sociales que obligaron a las juventudes a tejer redes asociativas para repotenciar el impacto de sus organizaciones en la búsqueda del reconocimiento como sujetos de derechos y agentes positivos del desarrollo del país.
Experiencias como el Núcleo Nacional de Políticas de Juventudes, la Plataforma Nacional de Políticas de Juventudes, el Frente Nacional de la Juventud y la Red Nacional de Actores Políticos Jóvenes, son solo algunas de las articulaciones que fui parte desde adolescente, redes construidas por jóvenes líderes políticos y sociales que nacieron con el objetivo de ser plataformas nacionales de representación de las juventudes del Perú y que, en la práctica, se redujeron a valiosos espacios de diálogo entre pares, de organización de eventos concretos, de densas reuniones periódicas (a veces interminables) que sin duda contribuían a la formación personal y al entrenamiento político de sus miembros, muchos actuales autoridades políticas nacionales, regionales y locales.
Sin embargo, era común que en estas redes quedara frustrado y dejado de lado el deseo de levantar “desde abajo hacia arriba” las necesidades y expectativas de las diversas juventudes del país, sobre todo de las regiones, para la incidencia efectiva en políticas públicas con enfoque generacional. ¿Qué pasó?, ¿Cuál fue el error de estas legítimas intenciones?,¿Por qué nos ha costado tanto construir espacios nacionales de representación juvenil?.
Resolver la pregunta ¿Quién lidera? fue y ha sido el principal motivo de desarticulación y la frustración de objetivos comunes. Las fuertes discrepancias al interior de las plataformas de juventudes para elegir la cabeza de la organización no permitieron logros concretos. De esta manera, la aparición de protagonismos, egos y el no pensar en el potencial de la diversidad de los colectivos dieron tierra fértil a los coleccionistas de cargos y los creadores de organizaciones fantasmas para asegurar votos o perpetuase en el poder, además de fuertes peleas por capturar la directiva nacional y la Presidencia de la articulación, sin un rumbo claro y siempre con la única intención de agregar una línea más a su firma de correo electrónico en busca de reconocimiento, el post y “likes” en las redes sociales.
Si bien, estos espacios fueron cunas de grandes líderes políticos, muchos de ellos han sido parte de estos episodios de disputa de “poder juvenil”, momentos donde se ponían en práctica las peores mañas antidemocráticas en contradicción a sus discursos de transparencia y honestidad, una situación parecida a lo que sucede en la dura política universitaria, siendo este vil ejercicio un aporte directo e indirecto de su formación política y profesional como líderes políticos nacionales y futuros gobernantes del país.
Las marchas esporádicas en contra de la Ley del Régimen Laboral Juvenil o llamada “Ley Pulpín” en el 2014 y 2015, así como las manifestaciones en contra de la “Repartija” en el 2016, y ahora el #FueraChavarry, entre otras intervenciones públicas lideradas en su mayoría por jóvenes, han tenido mayores logros al permitirse canalizar la profunda indignación de las juventudes del país y la población en general, para la defensa y protección de su dignidad y sus derechos, sin deseos de protagonismos y personalismos, reunidos con la única intención de transformar las estructuras del país, eliminar la corrupción y las injusticas sociales, en comparación los propios espacios nacionales creados por líderes juveniles de reconocida trayectoria y sesgados en su único de deseo voraz de levantar la bandera de la juventud.
Si bien, luego de las marchas nacionales los jóvenes no hemos logrado sostener las articulaciones formadas, lo cierto es que estas intervenciones públicas nos pueden ayudar a comprender que, independientemente del modelo de organización y red juvenil, el siempre deseo de apostar por objetivos comunes y el respeto a los derechos humanos sin héroes y egos, consigue tener mejores resultados en la práctica, lo que puede ser una enseñanza y un llamado de atención a las nuevas redes juveniles, a manera de que se puedan sacudirse de aquellas herencias negativas y personalistas de la clase política actual, para que posteriormente, en el caso sean electos, se conviertan en líderes políticos con conductas completamente democráticas y no autoritarias en favor del beneficio nacional y no individual.
¡ Muy bien!, Tiene que circularse en todas las redes. Además de poner las prácticas democráticas por delante y de atender a los jóvenes pobres de las regiones, las redes juveniles han de valorar la tediosa pero imprescible organización partidaria que, al llegar al poder estatal, asegure las conquistas de la movilización.