El bicentenario

Por: Erick R. Vásquez Guevara
Más allá de los problemas sanitarios actuales que requieren nuestra atención, compromiso y solidaridad, existe otro problema –acaso celebración, dirán algunos- que se aproxima inevitablemente: el Bicentenario. Así es compatriotas, en pocos meses se cumplen doscientos años de nuestra independencia y surgirán preguntas en relación a si realmente fue necesario independizarnos de España o si sinceramente somos independientes. Respuestas para unos y otros, ya sean favorables o negativas no advertirán que a pesar de dos siglos aún somos el retrato de un país joven.
Somos aún jóvenes porque nuestros políticos cuando son gobierno actúan como adolescentes. Un gran ejemplo de ello es la paralización de las obras de los gobiernos precedentes. El nuevo gobernante sin importarle los avances de los proyectos encaminados a su conclusión deja de dedicarle atención y se concentran en sus propios proyectos, aquellos “por los cuales serán recordados”. En principio, este propósito no es malo ni negativo para la sociedad peruana; sin embargo, nuestro país requiere de una planificación a futuro. Cada gobierno planifica sus proyectos para sus cinco años y cuando estos no están concluidos se apresuran en inaugurarlos, posar para la foto y dar entrevistas en la prensa. Lo lamentable de ello es que muchos de estos proyectos terminan dañados o se desvanecen con el transcurrir de los años.
Considero que nuestros políticos y futuros gobernantes deben preocuparse menos por la foto y el aplauso inmediato y reflexionar sobre aquello que sus actos y decisiones dejarán al país, no solo durante su gobierno, sino en los próximos años, decenios, con la finalidad de que los próximos centenarios sean merecedores de celebración sincera y no solo un cúmulo de actividades donde se entone el himno nacional como se memorizara el alfabeto o una tabla de multiplicar.
Creo que ha llegado el momento de planificar. Nuestros profesionales y gobernantes están en la capacidad de planificar y cubrir las necesidades más urgentes de la sociedad peruana. El agua potable, por ejemplo. Es inconcebible que después de doscientos años de independencia aún no exista un plan integral que permita brindar agua potable a toda la Nación. Con esta y demás obras públicas, el Estado no solo estará presente en todo el país, sino incrementará el sentimiento de nacionalismo entre nosotros. Esto no es una invocación al paternalismo, sino un llamado a tomar conciencia de la realidad y comprender que el deber de todos nosotros es dejar un país mejor para las futuras generaciones.