Durmiendo con el enemigo
Por Amelia Quesquén:
No quiero ser abogado del diablo (o abogada), que para estos casos es lo mismo, pero creo que a García le hicieron la camita y no necesariamente la fiscalía, sino su círculo más cercano, sus «cumpas»…
Es lunes 3 de diciembre, 8:30 a.m. y todas las emisoras comienzan a dar la noticia de la salida de Alan García de la Embajada de Uruguay porque le denegaron el asilo político, se dice que no encontraron persecución política alguna que fundamente el pedido y que en el Perú funcionan autónomamente y libremente los tres poderes del Estado.
Dos días después, sale en la portada de todas las plataformas digitales una fotografía donde se le ve a García junto a los congresistas de la bancada aprista, seguramente viendo el tablero desde otro ángulo y buscando alternativas favorables de cura para esa metástasis que está por comenzar, la cual trajo, como una de sus consecuencias, un deterioro en su aspecto físico. Pasó de ser del tío bien puesto y fresco, a uno un poco descuidado, demacrado, preocupado «Como si la resaca de todo lo sufrido, se empozara en el alma… yo no sé», parafraseando a Vallejo.
Pero en esas reuniones ¿Qué paliativo le dieron? ¡Un mitin en la casa del pueblo!, para que demuestre que estás sólido, ¡Todo un baño de popularidad! Y volvió con sus aires presuntuosos. Dicen que el convaleciente antes de encontrarse con la eternidad tiene una mejora repentina, que éste no sea su caso, o mejor dicho, que no le estén preparando su partida.
Definitivamente hay que tener un poco de malicia para entender ésta hipótesis y se entiende que eso no falta dentro del partido. Muchos admiramos durante años su capacidad de mirar siempre más allá de lo evidente, de ser calculador, por eso hoy no entendemos como García, el «todopoderoso» del partido, el líder histórico, el estratega, no se dio cuenta de lo que en su propia casa se podría estar cocinando.
No se le habrá pasado por la mente que quizá la información que le dieron donde decían que tenían preparada su resolución de prisión preventiva, no fue tan cierta, y sólo trajo que en su desesperación de el «Play de honor» al juego que le podrían estar preparando. ¡Pide el asilo, compañero! le decían, ¡No te lo van a negar! ¡Es constitucional! le repetían… y miren lo que pasó. Ahora, ninguna embajada quiere quemarse otorgándole el asilo, Uruguay ya creó precedente, ya se sabe internacionalmente que no hay persecución política en el país. ¡Sus compañeros congresistas lo demostraron! viajando libremente a Uruguay, y García ingenuo, creyendo que ellos lo hacían por apoyar a su líder político de antaño.
¿Qué logró García con su desesperación? O mejor dicho ¿Qué lograron con su desesperación? Acaso no es que cuando evalúen los requisitos para la prisión preventiva automáticamente se podría activar el check de «Peligro de fuga». García debería ver más allá de lo evidente, como creíamos que antes lo hacía. ¿Lo indujeron al error? ¿Quién le aconsejó que lo haga? ¿Fue una decisión partidaria?
Bien es sabido que dentro del partido muchos quieren que dé un paso al costado, que desaparezca, muchas personas que lo rodean pueden estar ansiosas de poder, y de repente esas ansias sin fronteras ni límites rebasan la lealtad y sólo quieran verlo caer para ellos lograr sus objetivos políticos y posicionarse. Habría que recomendarle a García que piense mal por un momento, y se responda: ¿Confías en ellos? Como diría el viejo Abate Faria al pobre Edmundo Dantés ¿A quién de ellos le conviene que estés pasando por esta situación? ¿Quién de ellos se beneficia con tu salida o tu baja? ¿Quién asumiría el liderazgo? ¿A quién hiciste sombra en todos estos años? Piense señor García, piense y sea más cauteloso en sus decisiones, así como en hacer partícipe de su casa, sus planes, al enemigo.
Tu comentario tiene mucha consistencia, pero también, esta cargado de un misterio que debe develar y que debe estar inquietando a Alan; si tu interrogante es acertada. Me agrada tu estilo. Sueltate y revela tus inquietudes. saludos y éxitos