¿Director o dictador, directora o dictadora?

Por: Italo Felix Dill’Erva

El autoritarismo no conduce a los caminos correctos, sino todo lo contrario; por ello, que los liderazgos del siglo XXI vienen evolucionando de manera proactiva, buscando una cultura de gestión, calidad y prevención en el comportamiento organizacional.   Cuando se labora en las organizaciones lo fundamental es el liderazgo, pero un liderazgo para guiar al capital humano, más no para imponer ideas y posiciones, aquello se tiene que rechazar tajantemente, porque lo único que hace es llevarte al autoritarismo; y, por ende, al caos y la tiranía organizacional.

No obstante, este liderazgo del siglo XXI es un liderazgo ejecutivo basado en el neogerencialismo con un perfil articulado con estrategias, operatividad y entorno político, que garantice la fiabilidad, credibilidad y sobre todo la confianza.

La confianza en los líderes tiene un rol importante en las organizaciones, en base a la confianza se logra las metas y los objetivos de la organización, establecido en sus propias herramientas de gestión. Esta confianza que debe inspirar el líder viene acompañada de la reputación, que tiene que ser una persona impecable o intachable, que no tenga miedo en enfrentar los nuevos cambios del mundo contemporáneo, y sobre todo de la gestión del cambio.

Al tener que enfrentar los cambios organizacionales, tendrá que tomar decisiones que sean directrices, pero eso sí, decisiones consensuadas y concertadas, a través del dialogo que es fundamental en toda organización, dialogo abierto y la escucha activa para generar cambios culturales; más no decisiones unilaterales o decisiones con grupos minoritarios, que no reflejan la transparencia de las mayorías.

Sin democracia organizacional, no hay camino ni sendero para cumplir la misión y visión de la organización.

La dictadura dentro de las organizaciones genera la desestabilización e inestabilidad, en donde el capital humano no va a colaborar en la gestión, simplemente será oposición ante los extremos radicales. No se puede ni se debe permitir imposiciones ante las nuevas culturas de prevención que afrontan las administraciones modernas.

La prevención es una condición básica de la calidad de un servicio y/o producto dentro del mercado, y el baluarte transcendental ante las contingencias que se puedan presentar en casos fortuitos o fuerza mayor.

Estos liderazgos ejecutivos tienen que establecerse teniendo al líder bien enfocado en el rumbo organizacional, fomentando el compromiso de la organización, buscando resultados positivos y capacitando al personal para crecer como institución.

Lamentablemente, aún hay pseudos lideres organizacionales, que no son más que nada jefes con pensamiento retrograda e improvisados, que no han avanzado en la evolución generacional de los nuevos paradigmas de la administración moderna; toda vez, que se le hace difícil aplicar estrategias corporativas, cuyo fin es el bienestar de la organización y de las personas que la componen.

Por estas razones, en las organizaciones debemos tener lideres que guíen el camino hacia la misión, visión y valores corporativos, más no dictadores disfrazados de directores o de gerentes, ya que mucho daño le hará a la estructura organizacional de las instituciones del Bicentenario y del Perú al 2050.

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