Derecho y ciencia
Por Aquiles Contreras:
El derecho forma parte de la ciencia del conocimiento, perteneciente a la rama de las ciencias sociales. El Derecho no es una ciencia autárquica, aunque pretende serlo, pues necesita de otras ramas del conocimiento.
Por citar un ejemplo, antes, el Código Civil señalaba que: “El hijo nacido de mujer casada tiene por padre al marido”, no cabía posición en contrario; no obstante ahora, mediante el análisis del ADN (ácido desoxirribonucleico) es posible, saber a ciencia cierta, quién es el padre biológico del nacido, aceptándose tal prueba científica con el objeto de resolver un conflicto de filiación.
Sin embargo, el Derecho tiene una particularidad que no tienen otras ciencias, pues este puede crear “su propia realidad”, tiene la potestad de volver realidad el pensamiento.
Entiéndase que, la realidad se subordina al Derecho y no al contrario, por ejemplo, si una ley dispone que un felino que maúlla, con cuatro patas y una cola, es un pato; será considerado un pato y por tanto se exigirá tal tratamiento; pero para las ciencias naturales, evidentemente, es un gato.
El Derecho es un medio y no un fin, por tanto, es importante que los operadores de la ley sean las personas mejor capacitadas.
El colectivo LGBT[1] necesita hacerse del poder estatal con el fin que se reconozca la existencia de otros sexos, además del masculino y femenino reconocidos por la biología. Según este colectivo, existen más de treinta y un sexos distintos, sino más; pero están fundamentados más en preferencias sexuales de ciertos individuos, que en un verdadero y serio estudio científico.
Por ejemplo, el sexo Gender Bender (Doblador de género) implica a una persona que cambia o mezcla los géneros masculino y femenino, lo que es un surrealismo ajeno a todo fundamento científico.
Por ello, imponer sin sustento científico una pluralidad de “sexos”, equivaldría a imponer a todos a creer en un Dios, pues la religión, a diferencia de la ciencia, se fundamenta en la fe y esta no admite prueba en contrario, siendo irónico que estos colectivos LGBT no admitan prueba en contrario a sus ideas o se nieguen a presentar sustento científico de sus afirmaciones; es por ello que estas ideologías necesitan del Estado para imponer su agenda.
Ahora bien, esto es así mientras no se pruebe lo contrario pues la ciencia siempre admite discusión; pero actualmente la biología determina que solo existe el sexo masculino y femenino entre los mamíferos; aunque nadie puede asegurar que esto cambie en el futuro si se obtienen pruebas científicas de lo contrario.
Finalmente, esto no quiere decir que los derechos de las personas, en cuanto a sus preferencias sexuales, no deban ser garantizados y protegidos, todo lo contrario; pero no implica, imponer a los demás la existencia de una pluralidad de sexos sin fundamento científico alguno y menos imponerlo como tal a niños en plena formación. Por tanto respetar la diversidad sexual pero no imponerla como una recreación del sexo.
[1] Sigla compuesta por las iniciales de las palabras Lesbianas, Gays, Bisexuales y Transexuales.