Cuando el pueblo no se deja
Por: Ursula Chamochumbi
Un error muy frecuente que cometen los populistas y los demagogos, es mencionar al “pueblo” en todo lo que dicen. “El pueblo está de acuerdo conmigo”, “el pueblo está harto”, “el pueblo quiere tal o cual cosa”; pero en realidad ¿cómo pueden saber qué es lo que piensa el pueblo? A estas alturas, en el Perú de hoy ningún político podría ufanarse de tener el apoyo del pueblo porque lamentablemente, a todos los alcanza alguna sombra de corrupción, de ineptitud, de malos manejos, etc.
Entonces, cuando alguno menciona al pueblo, no solo se está arrogando una representación que no le corresponde, sino que está mintiendo. Peor aún aquellos que no han sido escogidos y que ostentan cargos “a dedo” o esos que tienen ya contiendas electorales en su haber; pero el pueblo les ha dado la espalda.
Generalmente se utiliza al pueblo para lograr lo que unos u otros desean en favor de sí mismos y no del país, lo vemos claramente cuando por ejemplo Martín Vizcarra nos dice que el pueblo quiere que se vayan todos (presidente y congresistas); pero muy poca gente asiste a la marcha que se supone persigue ese fin. Solo en Lima somos casi 10 millones de personas y a la marcha no han asistido ni el 0.02% de habitantes ¿Esa es una representación? ¿Ese es el pueblo? Definitivamente no, por lo tanto, desbaratada la mentira, deberían dejar de referirse a unos cuantos simpatizantes como “el pueblo”.
No podemos negar que el pueblo está un poco “dormido”, tal vez porque ha perdido las esperanzas de ser escuchado, porque la frustración es más grande, tal vez porque las necesidades diarias son más fuertes e importantes y no tiene tiempo para intentar cambiar la situación. Yo creo además que es porque no encuentra una opción firme, una opción que se erija sobre todas las demás y que se muestre concreta, planificada, sustentable, que pueda mantenerse en el tiempo y sobre todo que sea honesta. Esto claro, debemos sumarlo al escaso sentimiento de comunidad reinante en el Perú, especialmente en Lima, donde ni los vecinos de un edificio pueden ponerse de acuerdo en soluciones que beneficiarían a todos.
Cuando el pueblo no cree en algo, ni siquiera las encuestas más amañadas pueden hacerlo cambiar de parecer; pero para llegar a esa incredulidad, se tienen que haber hecho las cosas muy muy mal. Esto porque sabemos por demás que muchas veces se ha dejado engañar, no solo por políticos, sino también por periodistas, personajes de farándula, medios de comunicación, etc. Entonces, que ya ni toda esa artillería funcione para hacerlo creer en algo y participar de eso, debería preocuparlos.
Hoy ha quedado claro, que el pueblo no acompaña a Vizcarra ni a sus ministros. No acompaña a los comunistas, no acompaña a los oportunistas como Julio Guzmán o Verónica Mendoza, no acompaña a terroristas como Peter Cárdenas o a quienes los apoyan como Abel Gilvonio. Así que esperamos tengan un poco de vergüenza y dejen de utilizar su nombre.