Covid-19, una catástrofe anunciada
Por: Víctor Caballero
Esta pandemia ha desmantelado los débiles esfuerzos de los más grandes países del mundo y hundido a los que no tenían un plan de contingencia contra estas catástrofes.
El avance desproporcional de muertos y contagiados por covid-19 en el mundo, a sepultado los pequeños esfuerzos de países en desarrollo como el nuestro y a puesto en tela de juicio la aceptación de las medidas tomadas por el ejecutivo, que aún con salidas constantes en televisión para “mantener informado” a la población, solo ha demostrado las falencias de una pobre gestión.
Mientras que los contagios aumentan cada día, las declaraciones por parte del presidente Martín Vizcarra son algo difusas y proselitistas, que despiertan los comentarios y críticas de la oposición, que con justa razón, reclama por derechos fundamentales que en casi dos años de gestión no fueron entregados al pueblo.
Sin embargo, uno de los hospitales habilitados para enfrentar el covid-19, en una peripecia casi acertada por parte del ejecutivo, es la Villa que se construyó para los panamericanos Lima 2019 y que hoy en día no tenía uso alguno, pero el dilema no radica en la designación del nuevo “Centro de atención”, sino, en el tiempo que tomará ser habilitado para albergar a los contagiados de esta terrible enfermedad.
Agregando que en las declaraciones anteriores del presidente se dijo, que estaban destinando una muy importante suma de dinero para la compra de un millón seiscientos mil pruebas, que hasta hoy, tres días después, se escuchó: “se están haciendo las coordinaciones pertinentes para la adquisición de…”, nos queda esperar para saber si llegaran en su totalidad y será responsabilidad del nuevo y sesgado congreso de fiscalizar cada compra hecha en esta crisis.
Es el pueblo, el principal perjudicado en esta crisis, ya que las cifras hasta antes de la declaración del Estado de Emergencia en nuestro país, ya mostraba bajas considerables en sectores de extrema pobreza y es ese 20.5% (pobreza) y 2.9% (extrema pobreza) quien sufrirá las consecuencias de una tardía e improvisada reacción por parte del ejecutivo y compañía.
Lo que nos espera no es alentador, pero estaremos expectantes a las nuevas decisiones que se tomen en los siguientes días. ¡Que Dios nos proteja!