17/03/2025

Algo muy parecido al populismo.

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Por: Amelia Quesquén

Ya pasaron más de dos semanas, desde el mensaje a la nación en el que el presidente Vizcarra anunció que propondría al parlamento una reforma constitucional para adelantar las elecciones generales (del 2021 al 2020).

Más de dos semanas desde que el presidente luego de dar ese explosivo mensaje, demostró en aquel recorrido del 29 de julio por la avenida Brasil, donde la gente extasiada y llena de furor pedía a gritos y en coro “Cierre el congreso”, que en realidad hace y dice, lo que la gente quiere escuchar, sin importarle en realidad el destino económico y el respeto a las instituciones y normas del país ¿Eso no es populismo?

Aún recuerdo la frase «Nos vamos todos», que dijo en su discurso presidencial, y me pregunto si habrá pensado en todo lo que ésta propuesta traería como consecuencia. Para empezar, muchos de los congresistas salieron a respaldar ésta decisión, justificándola con el deseo de querer recuperar la credibilidad del parlamento, tras altos niveles de descalificación; sin embargo, me queda la duda de que sea por eso, pues siendo realista, esto parecería que lo establecen por un afán de querer complacer a lo que la gente quiere escuchar “La opinión popular”.

Por otro lado, nos encontramos aquellos que no respaldamos la propuesta, pues la consideramos como una salida del gobierno, al fiel estilo que viene imponiendo desde hace un año, solamente para eludir su responsabilidad en los temas de la anemia infantil, en el desastre de la infraestructura de la salud, de la reconstrucción en el norte y en los temas fundamentales del país.

Del mismo modo, veo que se basa en un criterio autoritario, popular y con ánimos de minimizar al parlamento, pues no considero que sea una buena idea ponerlos contra la pared, creando un precedente pésimo que determine la relación legislativo-ejecutivo, a futuro.

Asimismo, es importante analizar lo que significa el aceptar lo dicho por el presidente desde el punto de vista empresarial, ¿Ustedes creen que las empresas seguirán creyendo en un país donde el presidente no respeta la constitución y la quiere alterar como si se tratase de una norma cualquiera? Dudo que lo hagan, las empresas buscan estabilidad normativa, con la finalidad de tener un respaldo legal para poder trabajar e invertir con pocos riesgos.

Entonces, nos encontramos en una situación complicada, pues la incapacidad de los políticos de sentarse a conversar y gobernar, ha generado esta guerrilla interna entre el legislativo y el ejecutivo.  

Pero lo que deberían tomar en cuenta es que utilizando este subterfugio formal, pero no ontológicamente constitucional, es poner un paliativo sobre una septicemia.
Y, si bien existe el antecedente del año 2000, cuando el expresidente Alberto Fujimori fuera elegido para un tercer mandato y renunciara por fax en noviembre de ese año; las situaciones no son equiparables. Una cosa es tener un congreso y un ejecutivo ineficientes, como éste; y otra distinta es construir una transición del autoritarismo a la semidemocracia que tenemos.

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