A la silla de Pizarro: ¡Salud, señor Kastillo!
Por: Luis Alberto Gutiérrez
Lima no es el Perú. El Perú no es Lima. Esa frase cliché dejó de ser un recurso para volverse un juego de palabras sin sentido. Ya sabemos que Lima no es el Perú, tontito. No hay necesidad que nos hagas un recorderis. Pero no importa, así como no importa que repitas como tontito que Castillo no te representa porque, darling, te doy una noticia: al parecer a muchos millones de peruanos sí.
No. No merecemos quejarnos, que ni se nos ocurra siquiera tener un ápice de cólera, rabia o molestia. No merecemos sentirnos mal. No merecemos tener miedo. No merecemos nada. Lo que sí merecemos es una segunda vuelta entre el señor que amenaza con regular los contenidos de los medios de comunicación, liberar a Antauro Humala por exceso de carcelería y expropiar y estatizar industrias “si hay abuso de la tierra” y la hija del dictador, del asesino, quien su vida entera se la ha pasado rascándose el culo y dándole esa misma mano perfumada a los cientos, miles de badulaques que corean, posesos, su nombre y, bailando calatos, se fornican uno al otro entre tápers y kilos de arroz y azúcar al siempre pegajoso ritmo del chino.
Qué miedo me da, señor “Peter Castle”, me cago en los pantalones, hombre. ¿De verdad uno de los puntos de su plan de Gobierno es regular los contenidos de los medios de comunicación?, ¡ay no, ay me escondo, ay ayúdenme, serenazgo!, vaya avisándome para ir buscando chamba, ¿o será quizá que le gustan los periodistas chupamedias como al señor López Aliaga? -que dicho sea de paso es tan necio que hasta ahora sigue pensando que ya ganó… ya gordito -. Pero sigamos con usted, señor presidente, porque duda no me cabe que usted se sentará con caballo, sombrero y fuete en la silla de Pizarro el próximo seis de junio, día previo al Día de la Bandera, ¿cómo le gustan los periodistas, entonces, profesor?, ¿envueltos en rollitos de miel pa’ comer y pa’ llevar?, ¿o con un tronchito sabrosón como a su amigo golpista Antauro?, váyame diciendo nomás, que conozco un par por ahí.
En cuanto a usted, señora K, mi adorada señora K, le confieso con todo respeto que me gusta su sonrisa coqueta, pero que no nos va a engañar. Usted no hace nada. Usted no sabe nada. Aunque, claro, si de admitir se trata tengo que confesar que mientras más vieja parece más guapa se pone, pero su trampa sabionda va más allá de su belleza oriental. Sus ojos chinitos son lindos, no lo dudo, pero así como lindos son peligrosos. Peligrosos para el país.
Tan peligroso, quizá, como su énfasis absurdo para joder al Perú en tiempo récord. Hagamos memoria: 2017-2018, PPK, indulto, Alberto Fujimori, Kenji, Vizcarra, Congreso, confianza, más Congreso, menos confianza, Del Solar, vacancia y henos aquí. ¡Muchas gracias, señora K!, y bienvenidos, dichosos, al reino de los cielos, sus fieles feligreses, quienes voten por usted: la lideresa de, posiblemente, una gran organización criminal. Chúpate esa mandarina, Mark.
Y en cuanto a ustedes -a nosotros- esto nos deja una cruel enseñanza a patadas, ¿preparados?, aquí les va: así el pueblo sea bruto o audaz, así el blanco sea bobo, el chino inteligente, el cholo vivo, el negro sucio y el serrano quisquilloso, todos somos parte de un solo país, un mismo linaje, una sola sangre, ¿más claro o con colorcitos, Generación del Bicentenario? El profesor ha conectado con el pueblo profundo y con la necesidad de los olvidados, hay que ser justos. La china conecta con el mal menor. Fin de la historia.
La única verdad aquí es que el voto viciado parece volverse una opción tangible en el medio de estos dos pintorescos candidatos en cuyas manos posa el destino de más de treinta y dos millones de personas. ¿Pero el voto viciado nos ayudará o servirá solamente como un escape cobarde para seguirnos cegando de la realidad? De cuando en cuando, a veces, es bueno volverse un poquito valiente, apechugar y recoger nuestra mierda, señores.
Nos vemos el seis de junio, princesitas, en la víspera -otra vez -de izar una nueva bandera sucia, por cinco años más.